Devuélveme eso que acabas de coger. No pienso ni dejártelo prestado que sé que cuando después de un año te lo consiga arrancar, va a estar roto y no voy a poder usarlo más.
Y que no se te ocurra ni coger una de las pestañas que después de ser sopladas hacen que no se cumpla mi deseo.
Ni que tampoco se te pase por la cabeza pensar que voy a creerme siquiera uno de tus saludos.
Voy a seguir aquí porque no sé irme y voy a asentir por la remota posibilidad de que haya una nube que realmente empañe el agua cristalina, pero no creas jamás que es tu mano la que mueve mis hilos.