30.8.09

Sonríe pequeño.

Hace tiempo, nadie sabe de dónde, apareció un niño en la ciudad. Era como todos los demás salvo por el hecho de que cada vez que sonreía ganaba una unidad de suerte. El pequeño no era consciente de que esto ocurría así, él sólo sabía que su vida, aunque no tenía grandes sorpresas (a causa de su desconocimiento sobre cómo almacenar la suerte), estaba hecha de pequeños granitos de felicidad que hacían que sonriera continuamente realimentando así el ciclo.
Esta historia no tiene final y es porque yo desde aquí espero que ese pequeño continúe sonriendo para siempre. Además, de esta forma se queda abierta la historia pudiendo contaros más adelante el día en que consiga guardar tantos granitos de arena que pueda construir con ellos un gran castillo.

5 comentarios: