25.6.09

Respírame.

Hoy me he preguntado si devuelvo todo el aire que cojo cada vez que respiro. Si doy al menos un poco de oxígeno del que tomo. No quiero sólo expulsar dióxido de carbono, prefiero no ser 100% nociva.
Hay quien es todo lo contrario y sólo da las cosas buenas, tampoco es eso, no debe ser bueno para la salud, creo que te acabas ahogando. Pero quiero poder alimentarte con mis nutrientes, igual que tú me alimentas a mí. Así que si algún día me quedo con todo y no te dejo nada, dame un golpecito en el hombro y devuélveme a la realidad, que de verdad que quiero compartir.

20.6.09

¿Qué está ocurriendo?

Esta mañana al despertar me sentí muy extraña, no sabía por qué era así que me miré al espejo: todo estaba como siempre. Quise encender la radio, pero no funcionaba, la dejé y me fui, tenía cosas que hacer.
No tenía clase, aunque debía estudiar, pero antes quise pasar por el supermercado. No sabía si era mi imaginación, pero la calle también estaba diferente, más colorida aunque algo más vacía y con gente asombrosamente feliz. Todos con la misma cara sonriente. No pude aguantarme y pregunté:
-¿Ocurre algo hoy en la ciudad?
-No que yo sepa. ¿Por qué?
-Por… nada. Gracias de todas formas.
-De nada, chiquilla.
Seguí mi camino y cuando quise hacer la compra, ¡sólo había comida en lata o envasada! Los frigoríficos no funcionaban y lo demás parecía artificial. Salí de allí con las manos vacías y me fui a casa a por la mochila, me iría a la biblioteca y dejaría de pensar en tonterías.
Al llegar elegí mi sitio de siempre y me dispuse a estudiar. Poco después, quise consultar un libro. ¡Estaba en blanco, todos estaban en blanco! Ahora sí que no eran invenciones mías, algo estaba pasando. Recogí mis cosas y me fui a casa. Intenté comer pero no tenía hambre, así que me eché la siesta, deseando que al levantarme todo volviera a la normalidad.

Abrí de nuevo los ojos y miré la hora: las 8 de la tarde. El despertador no había sonado. Como se estaba haciendo de noche, salí a la terraza para intentar distraerme mirando las estrellas. Normalmente me relaja, excepto hoy que me he dado el susto más grande de mi vida: al levantar los ojos para observar el cielo las he visto, ¡cuerdas! e inmediatamente lo he comprendido todo, ¡nos habíamos convertido en marionetas!

17.6.09

Magia.

¿Recuerdas las cajas de magia de cuando éramos pequeños? ¿Tú sabías hacer magia? Claro que sí, aún sabes hacerla. Aunque tú sabías que no era magia. Fingías que sí. Yo fingía que no lo sabía, y tú suponías que lo hacía, pero preferías no darte cuenta. Así se cerraba el círculo. Y así conseguías hacer magia. No estaba mal, lo reconozco, a veces me costaba darme cuenta. Pero siempre acababa viendo ese 'no sé qué' en tus ojos que lo delataba: ¡era sólo un truco! Pero me callaba, no quería herirte, así que me hacía la sorprendida y aplaudía al final del espectáculo.

16.6.09

Venganza.

Era mi diluvio, pero no mi barca. Ya no. Él me la había quitado. Ahora no paseaba conmigo, él era quien la acompañaba. La mano que sujetaba ya no era la mía, sino la de ese... ¡Maldita sea! ¿Cómo podía haberme hecho eso? Ella sabía que le odiaba. Pero me vengaría. Cuando no se dieran cuenta me acercaría y le dejaría sin su bien más preciado. Echaría a volar su cometa.

14.6.09

Eclipse.

Ayer lo viviste. Hoy lo cuentas de forma distorsionada, olvidando cosas, las cosas que yo contaría. Pero añades otras, que no tienen nada que ver, para que el resto no note nada y tú sigas con lo tuyo sin que pueda decir nada, porque si lo hiciera, parecería ridículo. Mientras, me quedo aquí, simulando que no importa porque en realidad cada vez tiendo más a eso. El Sol sale, la Luna también y de vez en cuando coinciden, forman una maravilla y vuelven a como estaban antes, uno a la luz, otra a la oscuridad. Me pregunto si alguno de ellos estará siguiendo al otro.

13.6.09

Me gusta, no me gusta, me gusta...

Me gusta el olor de la lluvia y su sonido contra los cristales. Me gusta poder devorar un libro de 500 páginas. Me gusta improvisar planes con mis amigos. Me encanta que encima, salgan bien. Me gustan las conversaciones de 3 horas sobre nada en particular y todo en general. Me gusta ver series que me den qué pensar, aunque a veces también me gustan las que hacen que no piense. Me encantan los abrazos. Me gusta escribir cuentos aunque luego no me guste cómo quedan. Y que los leas. Y diseccionarlos, aunque sea un minuto. Me gusta andar sin rumbo fijo. Me encantan los ¿sabes qué podíamos hacer hoy? Adoro los cafés que me tomo como excusa para hablar largo y tendido. Me gusta que duren horas. Odio planear las cosas, aunque quizá más que odiar es que no consigo hacerlo. No me gustan las cosas que hago por compromiso. No me gusta que me pongan en compromisos. Me gusta tener agujetas por haberme reido a carcajadas. Me encanta llegar a casa rendida y dormirme en menos de 10 minutos. Me gusta la ilusión en la voz y los ojos de la gente. Y ver a alguien después de un año y sentir como si nos hubiésemos visto una semana antes. Y sentir que hay gente ahí. Y descubrir que en realidad hay más.
Y me pregunto si hay que compartirlo o elegir lo que te gusta. Y si se comparte, en qué proporción. Y me pregunto si nos damos cuenta de lo que hay a nuestro alrededor, a unos 51 centímetros. Y casi soy capaz de responderme...

9.6.09

Indecisión.

Llovía afuera y yo sin paraguas. Daba igual, no me apetecía salir, me disgustaba la sensación del agua tocándome. Prefería quedarme allí mirando como otros se mojaban.
Poco después quise salir, así que forcé la cerradura de la ventana, que estaba rota y la abrí. Levanté un pie, lo apoyé en la repisa y ayudándome con los brazos, di un salto. Estaba en la calle. Adoraba sentir como las gotitas de agua tocaban mi cara.
Al final, mi tercera personalidad dijo que era peligroso, a ellos no les gustaría. Así que volví a mi habitación, cerré la ventana e hice como si no hubiese pasado nada.